En Turkmenistán, hasta 2006, se tenían dos padres. Además del biológico, todos tenían un progenitor dictador: Saparmuarat Niyázov, que se proclamó "Padre de los Turcomanos" nada más llegar al poder, lo que anticiparía un reinado que reventó los límites de la megalomanía y la desfachatez. Como aprendiz aventajado del peor de los emperadores romanos, impuso un catálogo de excéntricas medidas exclusivamente dirigidas a reforzar el culto a su persona: cambió los nombres de los meses del año por los de sus (...)