La mordaza o barbero de hierro era un artilugio que sofocaba los gritos de los condenados para que no estorbaran las conversaciones de los verdugos. La “caja” de hierro del interior del aro era embutida en la boca de la víctima, y el collar estaba asegurado a la nuca. Un agujero permitía el paso del aire, pero el verdugo lo podía tapar con la punta del dedo y provocar la asfixia. A menudo los condenados a la hoguera eran amordazados de ésta manera, sobre todo durante los autos de fe para que los (...)